Va ejército sueco contra crimen organizado... ¿como en México?
Desde hace una década Suecia enfrenta una ola de violencia criminal que ya alcanzó un nivel que ese país, paradójicamente el séptimo del mundo con el mejor índice de desarrollo humano, no conocía.
Estimados lectores de Corresponsal,
En estos últimos días nos llamó muchísimo la atención una noticia: el gobierno de Suecia, enfrentado a un inédito crecimiento de la violencia ligada al tráfico de drogas, decidió de manera extraordinaria pedir al ejército que apoye a la policía en su combate contra la criminalidad.
Lo primero en lo que pensamos fue en México, cuyos gobiernos, a partir del que encabezó Felipe Calderón, fueron reforzando la presencia del ejército en las calles para supuestamente confrontar a los cárteles del narcotráfico y acabar con ellos. Como sabemos, el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador entregó a los militares la seguridad pública y la lucha frontal contra los cárteles.
Conocemos las consecuencias de no atender correctamente esa crisis: un país sumido en la hiperviolencia, un país gangrenado hasta la médula por un crimen organizado que no cesa de ganar poder, y un país sometido a un grado de militarización contrario a los ideales de cualquier sociedad democrática y que ha permitido innumerables violaciones a los derechos humanos.
En el caso de Suecia, las cifras trágicas de la violencia están muy, pero muy lejos del drama mexicano: en el país escandinavo, el año pasado fueron asesinadas 60 personas por bandas del narcotráfico. Ese número es el más alto registrado en Suecia, que, además, casi triplica el promedio europeo de personas muertas a tiros (cuatro contra 1.6 por cada millón de habitantes). Tan sólo en septiembre pasado 12 personas, muchas inocentes, fueron víctimas de la violencia de las bandas del tráfico de drogas.
No nos queda claro qué pretende exactamente el gobierno de Estocolmo: todo indica que no parece estar dispuesto a aplicar la peligrosa “receta” mexicana. No. Lo que se ha informado es que, para empezar, el ejército no tomará el relevo de la policía como en México; su apoyo consistirá en asistirla en operaciones de análisis y logística, manejo de explosivos y trabajo forense. Hay que añadir que en Suecia las Fuerzas Armadas aparecen en los sondeos como la institución en la que más confían los ciudadanos (67 por ciento; la segunda es, por increíble que nos pudiera parecer, la oficina de impuestos).
El primer ministro Alf Kristersson, del Partido Moderado de centroderecha, dio un discurso televisado a la nación el pasado 28 de septiembre, luego de una cadena de asesinatos atribuidos a las bandas de traficantes y que tiene conmocionada a la sociedad sueca.
El discurso anuncia una vigilancia policiaca más estricta que seguramente acarreará críticas por el riesgo que supone a las libertades civiles. Esa intervención del primer ministro es muy interesante si se hace una comparación con la narrativa oficial mexicana, tan dada a esconder, manipular o minimizar la gravedad de los hechos y explicarlo todo como el producto de rencillas entre cárteles o la conjura de una conspiración de los “medios conservadores”.
Los invito a leer ese mensaje (que más abajo hemos traducido al español) y a reflexionar, sobre todo, en la forma de presentar la problemática y el lenguaje utilizado para explicarla.
No me despido sin antes recordarles que en Underground Periodismo Internacional tenemos una sección dedicada al tema de DROGAS.
¡Nos vemos el próximo mes!
Discurso de Ulf Kristersson, primer ministro sueco:
Son tiempos difíciles para Suecia.
Ayer por la noche -una noche perfectamente normal- una mujer de 25 años se fue a la cama y nunca despertó. Esta mañana murió en una explosión en Uppsala. Mis pensamientos están con ella y su familia.
Hace una semana, un ciego de 70 años fue a un pub de Sandviken a reunirse con sus amigos. Nunca volvió a casa: lo mataron a tiros. Mis pensamientos también están con él y su familia.
Mis pensamientos también están con el joven de Uppsala que fue asesinado en el hueco de una escalera una madrugada de hace dos semanas, cuando se dirigía a su trabajo en el servicio de ayuda a domicilio.
Mis pensamientos también están con los tres niños -de 13, 14 y 14 años- encontrados ejecutados en un bosque a las afueras de Estocolmo. Sus padres se han visto obligados a vivir la peor pesadilla de cualquier padre.
Cada vez más niños y transeúntes inocentes son víctimas de esta grave violencia. Nunca insistiré lo suficiente en la gravedad de la situación. Suecia nunca ha visto nada igual. Ningún otro país de Europa está viendo nada parecido.
Los más afectados son los que viven en zonas socialmente desfavorecidas. Gente honrada, padres que hacen lo correcto pero viven con el temor de que sus hijos sean atraídos por bandas que prometen dinero, relojes y coches. Propietarios de negocios a los que roban a diario pero que no se atreven a denunciarlo.
Todos los que quieren denunciar a la policía el reino del terror de las bandas, pero no se atreven a hacerlo por miedo a su propia vida y a la de sus hijos. Todos ellos -todos ustedes- deben saber que estoy de su lado. Estamos del mismo lado.
Perseguiremos a estas bandas y las derrotaremos. Los llevaremos ante los tribunales. Si son ciudadanos suecos, serán encerrados durante mucho tiempo. Si son extranjeros, también serán deportados.
¿Qué ha causado todo esto? ¿Cómo se ha llegado a este punto?
Lo cierto es que muchos de nosotros lo vimos venir y lo advertimos. La delincuencia organizada grave lleva surgiendo más de una década. En un periodo de diez años, la violencia armada se ha triplicado.
La ingenuidad política y el desacierto nos han llevado a este punto. La política de inmigración irresponsable y el fracaso de la integración nos han traído hasta aquí. La exclusión y las sociedades paralelas alimentan a las bandas criminales, proporcionándoles espacio para reclutar sin piedad a niños y entrenar a futuros asesinos.
La legislación sueca no está pensada para las guerras de bandas y los niños soldado. Pero ahora estamos cambiando eso.
El gobierno está revisando la política migratoria. Son decisiones duras y difíciles. Pero son necesarias, y ya estamos viendo resultados. Mientras la inmigración a Europa aumenta, la inmigración a Suecia disminuye.
El Gobierno está revisando la política penal. El domingo entra en vigor una nueva legislación que permite la vigilancia preventiva. Esto significa que la policía podrá interceptar las comunicaciones de las bandas y detenerlas antes de que cometan delitos.
A partir del 1 de julio, se han duplicado las penas por delitos cometidos en redes delictivas, y hemos tipificado como delito la captación de menores. Hemos duplicado las penas por delitos graves con armas de fuego y delitos con explosivos. A partir del 1 de enero, los agentes de seguridad tendrán nuevas competencias para ayudar a la policía.
Introduciremos zonas de detención y registro para que la policía pueda confiscar armas de fuego y explosivos a los delincuentes, e introduciremos el testimonio anónimo para que la gente común y corriente se atreva a testificar.
Introduciremos penas con inhabilitación condicional ampliada para garantizar que los delincuentes que supongan un grave peligro para la sociedad nunca queden en libertad. Y expulsaremos a los extranjeros que se asocien con bandas criminales, aunque aún no hayan sido condenados por ningún delito.
Aprenderemos de otros países. La semana pasada me reuní con el alcalde de Nueva York para ver lo que hacen. Vigilancia con cámaras. Reconocimiento facial. Detectores de armas. Suecia también debe probar estos métodos.
Estamos intensificando la prevención del delito. Está claro que la política actual no ha funcionado, y por eso la estamos revisando. Vamos a eliminar el secreto entre la policía, los servicios sociales y las escuelas para que puedan compartir información entre sí, sobre cada joven en situación de riesgo.
De este modo, los niños y jóvenes podrán ser identificados a tiempo, antes de que empiecen a portar armas. Construiremos instituciones para delincuentes juveniles de modo que los jóvenes estén separados de los delincuentes adultos. Garantizaremos que todos los niños aprendan sueco, mediante exámenes de lengua y escuelas de recuperación en zonas socialmente desfavorecidas.
Invertiremos los recursos necesarios. Todas las opciones están sobre la mesa: en el ámbito tanto de la legislación vigente como de la que debe modificarse rápidamente.
He convocado al Comisario de la Policía Nacional y al Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas a reunirse conmigo mañana para ver cómo las Fuerzas Armadas suecas podrían ayudar a la Autoridad Policial sueca en los esfuerzos por detener a las bandas criminales.
Espero que todos los partidos del Riksdag (el parlamento) se unan ahora para apoyar las medidas contundentes y rupturistas que se están adoptando.
Por último, quiero dar las gracias a todos los que trabajan día y noche persiguiendo y deteniendo a delincuentes peligrosos, investigando delitos y llevando a los criminales ante la justicia. Y quiero dar las gracias a todos los que trabajan en los servicios sociales y en las escuelas, ayudando a los niños a recorrer los caminos correctos en la vida cuando en casa falta el apoyo adecuado.
Para mí y para el gobierno, no hay tarea más importante que mantener la seguridad de los suecos. Haremos todo lo necesario para restablecer la seguridad en Suecia.
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