Sobre descolonización y cambios que, tarde, pero llegan.
Alemania trabaja su pasado colonial, al menos con el nombre de sus calles.
Recuerdo el candente debate que se armó cuando la actual jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, anunció el retiro de la estatua de Cristóbal Colón de una de las glorietas del legendario Paseo de la Reforma de la Ciudad de México, y que durante años sirvió como referencia para los chilangos.
La decisión, a tono con la política del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien ha intentado -genuina u oportunistamente, según cada quien quiera verlo- revisar la historia y exigir a la Corona española una disculpa por los agravios cometidos durante la Conquista, puso el dedo en la llaga de una herida que aún supura no solamente en México sino en muchas partes del mundo.
También en Alemania, sí.
El pasado colonialista alemán es poco conocido, en parte porque la crueldad de las dos guerra mundiales y el horror de la dictadura nazi que les siguió eclipsó esta parte de la historia del imperio alemán. Pero existió.
El dominio alemán en África alcanzó los territorios de lo que hoy es Burundi, Camerún, Namibia, Ruanda, Tanzania y Togo y no fue de ninguna forma suave.
No es sino hasta ahora -avanzado ya el siglo XXI- que los alemanes están comenzando a trabajar y superar con hechos aquel pasado que durante mucho tiempo fue incluso tabú.
Uno de los actos más importantes fue la restitución que hicieron a Nigeria, apenas en agosto de este año, de los famosos Bronces de Benín, saqueados y robados por los ingleses al reino de Benín, hoy desaparecido, y adquiridos durante el siglo XIX.
Pero el hecho más reciente -y que me ocupa en esta comunicación con ustedes- fue el que sucedió el pasado 2 de diciembre cuando en el denominado “afrikanisches Viertel” o barrio africano de Berlín, en Wedding, dos de sus calles fueron renombradas. De las placas de aluminio fueron eliminados los nombres de representantes y pioneros del colonialismo y sustituidos por el de combatientes que encabezaron la resistencia contra este poder colonial.
En un ambiente festivo, reportan las crónicas de ese día, la hasta entonces denominada Nachtigaplatz (plaza Nachtigal) se llama ahora Manga-Bell-Platz (plaza Manga-Bell), en honor a Rudolf y Emily Duala Manga-Bell, soberanos del pueblo Duala, en Camerún, y que habrían encabezado la resistencia contra la expulsión ilegal de su gente de sus áreas de asentamiento ancestral. El 8 de agosto de 1914 Rudolf fue ejecutado en la horca como resultado de un juicio irregular en su contra.
En tanto, la Lüderitzstraße dejó de portar el nombre del comerciante de tabaco y colonizador alemán que despojó de parte de sus tierras a los Nama, y a partir del 2 de diciembre adoptó el nombre de uno de los combatientes más aguerridos de la resistencia contra el dominio colonial en Namibia Cornelius Fredericks.
Por supuesto que la decisión de renombrar a la calles no se tomó de la noche a la mañana. Fue un proceso de muchos años de trabajo, sobre todo de organizaciones de la diáspora africana en Berlín que no cejaron hasta lograr lo que para ellos es un acto de justicia.
Claro está que también hubo resistencia de vecinos que se oponían rotundamente al cambio de nomenclatura aunque con argumentos un tanto vacíos como el hecho del engorroso papeleo que tendrán que enfrentar para cambiar todos sus documentos, incluso hasta los de identificación, en donde aparezca su dirección postal. Para ellos, ya se informó que el cambio será gradual y además gratuito.
A mí me parece que el hecho es un precedente para -sin apasionamientos viscerales y sin buscar trasfondos de corte político electoral, como sucede en México- discutir temas pendientes en la historia.
¿Ustedes qué piensan?
Y a propósito de ello, les comparto el texto más reciente que publicamos en Underground Periodismo Internacional.
Resulta que el Museo Etnológico de Berlín cuenta con la colección de objetos mesoamericanos más grande fuera de México. Apenas en septiembre fueron inauguradas las últimas salas pendientes luego de su mudanza al Foro Humboldt, el proyecto cultural alemán más importante de los últimos años, ubicado en el corazón de la capital alemana. El evento nos sirvió de pretexto para abordar debates importantes y necesarios como la descolonización de los museos europeos y la restitución de cientos de miles bienes culturales que se encuentran en suelo extranjero. Hablé con la ex directora del Museo, la actual curadora de la colección mesoamericana y además con una investigadora mexicana, todas con un interesante punto de vista.
Los invitó a leer aquí el texto.
Por esta vez es todo. Hasta la próxima.
Desde Berlín,
Yetlaneci.
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