Esta semana dos noticias destacadas en la prensa alemana me preocupan: por un lado, la de que los casos de violencia extrema contra judíos en Alemania alcanzaron un máximo histórico durante el año pasado y, por el otro, el hecho de que el partido de ultraderecha Alternativa por Alemania (AfD) ganó por primera vez una elección en este país. Fue en Sonneberg, un pequeño distrito en el sur del estado federado de Turingia, en el este alemán.
Sin querer sonar amarillista -porque no es la intención y porque por fortuna Alemania, pese a todo, sigue siendo una democracia y un país en donde los derechos humanos son sagrados y respetados- son dos sucesos que deberían prender focos rojos, sobre todo entre la clase política alemana.
Les cuento más sobre lo que pasa.
La Asociación Federal de Centros de Información e Investigación sobre Antisemitismo presentó ayer su informe anual correspondiente a 2022. Si bien el número de incidentes antisemitistas registró una leve disminución respecto al año anterior (de 2.738 presentados en 2021 a 2.480 en 2022) no así el nivel de las agresiones. Los autores del informe destacan que la violencia extrema y la potencialidad mortal o grave de éstos estuvo presente en cuando menos nueve casos. Se trata de la cifra más elevada en lo que va desde que comenzó el registro a nivel nacional en 2017.
El informe menciona el caso del tiroteo contra la antigua casa del rabino de la Antigua Sinagoga de la ciudad de Essen en noviembre de 2022, un incendio provocado en Bochum y un ataque frustrado contra la sinagoga de Dortmund como ejemplos.
Una afirmación que me impactó es la que dice:
“Los afectados se enfrentan al antisemitismo en situaciones de la vida cotidiana. Se producen incidentes antisemitas en tiendas, en el transporte público, delante de instituciones judías o en el propio hogar. Los afectados no pueden evitar visitar sitios donde se comenten estos incidentes, sin que ello representaría retirarse de la vida social”.
Sin duda, a todos tendría que preocuparnos ataques de este tipo. Porque así como hay ataques contra judíos (provenientes de radicales de extrema derecha pero también de islamistas) también los hay contra inmigrantes (incluidos latinos), en general.
Por otra parte, el fin de semana pasado DeutschlandTrend -la encuesta mensual de opinión que presentan la televisión publica y los periódicos alemanes desde 1997 y que sirve en todo el país como referencia- presentó unos resultados por demás inquietantes: si el pasado 25 de junio hubiera habido elecciones federales al parlamento alemán, el partido de ultraderecha AfD resultaría la segunda fuerza política con mayor número de votos, desplazando al tercer sitio al Partido Socialdemócrata (SPD), de donde proviene -por cierto- el actual canciller Olaf Scholz.
Todavía más inquietante, aunque quizás menos sorpresivo para quienes siguen de cerca la vida política en Alemania, es el resultado de la pasada elección (también el pasado fin de semana) en un pequeño municipio de Turingia, en el este alemán. Robert Sessemann, candidato de AfD, ganó con 52.8 por ciento de los votos la alcaldía de Sonneberg. Este fue el primer triunfo electoral de este tipo en la historia del polémico partido político al que la Oficina para la Protección de la Constitución ya catalogó como de extrema derecha y como tal lo mantiene bajo observación.
El resultado por supuesto cimbró a la clase política. El tema ocupó los espacios principales de noticiarios y mesas de debates. Los analistas coinciden en que el repunte en la intención del voto a favor de AfD tiene que ver con el descontento de la población - que desde la última fase del mandato de la ex canciller Merkel es manifiesto por la denominada crisis de los refugiados y luego las medidas asumidas durante la pandemia- que en el último año se ha agudizado por las consecuencia de la invasión rusa a Ucrania: crisis energética, impacto inflacionario, etc, etc…
El tema es que Alemania vive por estos días situaciones que inquietan y repercutirán -no se sabe de qué manera ni cuándo- a la sociedad de este país que -paradójicamente- cada vez necesita de más y más inmigrantes para enfrentar los retos del futuro.
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