Quienes viven en Berlín lo saben: a estas alturas del invierno, los habitantes de esta metrópoli ya estamos hartos del frío y humedad que caracterizan el fin de esta estación. Nos urge el sol y temperaturas más benévolas pero sabemos que éstas no llegarán hasta pasada la Pascua. Así que lo único que alivia el mal humor típico del berlinés, agudizado justamente por los coletazos finales del invierno, es el festival internacional de cine de Berlín, mejor conocido como la Berlinale.
Sí, y más aún cuando luego de tres extraños años finalmente vuelve a ser como antes de la pandemia: con el glamour de la carpeta roja y con salas repletas de gente hambrienta de buen cine a quienes no se les obliga a portar un cubrebocas.
A lo largo de 10 días -del 16 al 26 de febrero-, los berlineses se regocijan en esta edición número 73 de la Berlinale con 287 filmes distribuidos en 15 secciones.
Y como much@s en esta ciudad, yo también me lancé al cine a ver un par de películas que me gustaría compartir con ustedes, sin hacer spoiler, lo prometo.
Aunque la oferta es enorme y muy variada inevitablemente me decanté por dos producciones mexicanas, por obvias razones.
La primera en la lista fue Tótem de la gran Lila Avilés. Ya todos los medios mexicanos en la cobertura previa al festival se encargaron de destacar que esta producción de México/Dinamarca/Francia es la única representante latinoamericana que compite junto con otras 18 por el Oso de Oro, el máximo galardón del festival. ¡Vaya honor pero también presión!
Sólo les puedo decir que se trata de una historia que desborda emociones y con personajes verdaderamente entrañables: La pequeña Sol llega a la casa de su abuelos, donde sus tías -dos encantadoras locas- preparan la fiesta de cumpleaños de Tona, su papá. Y aunque es una fiesta que pretende celebrar la vida, paradójicamente es también de despedida porque a todos les queda claro -incluída a la sensible Sol- que será la última de Tona, quien se encuentra en fase terminal de cáncer.
El día en que vi la película tuve oportunidad de ser parte de un pull de prensa que charló con Lila Avilés. Para quienes tengan la oportunidad de ver la película -ojalá llegue a México- les comparto alguna reflexión que hace la directora sobre su elenco:
Después me seguí con Heroico, de David Zonana. En 88 minutos, este joven director presenta un retrato brutal, basado en entrevistas con ex cadetes, sobre el Heroico Colegio Militar, esa institución casi “sagrada” que forma y forja a los altos mandos del ejército mexicano. Zonana pretende retratar el origen y contexto de todos esos jóvenes cadetes que por distintas razones deciden enrolarse. Pero su película resulta una tremenda crítica a esa institución -el Ejército- que cada vez gana más poder en México y que anida en su interior muchos de los lastres de nuestro país: violación de derechos humanos, delincuencia, corrupción…
Les dejo el trailer de la cinta, que seguramente, como el propio Zonana me lo dijo después en entrevista, levantará ámpula en muchos sectores cuando logre llegar a México para exhibirse.
Antes de despedirme, quiero invitarlos a que no se pierdan el contenido más reciente de nuestro portal Underground Periodismo Internacional.
Avenida Kensington: bienvenidos al futuro
Si se quiere ilustrar el declive de Occidente de forma gráfica y dramática, bastaría caminar por este kilómetro y medio de la Avenida Kensington, en Filadelfia. Así lo escribe el fotoperiodista holandés Teun Voeten en el texto que acompaña las imágenes que en ese lugar tomó de personajes totalmente destruidos por su adicción al fentanilo, una poderosa droga que en 2021 provocó la muerte de más de 100.000 personas en Estados Unidos. En esa grave crisis de salud pública está implicado el narcotráfico mexicano… pero no solo.
Es todo por esta vez. Nos leemos en un mes.
Desde Berlín,
Yetlaneci Alcaraz.